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Reseña Histórica

La crónica de nuestra casa, registra el momento de la firma que asegura la llegada de las Hijas de María Auxiliadora a Popayán, después de múltiples peticiones: 

“Popayán, 14 de febrero de 1928.redsena

Reverenda Madre Superiora de las Hijas de María Auxiliadora,

Bogotá.

Me es honroso transcribir a Usted el siguiente decreto, expedido por el ilustrísimo y Revmo. Señor Arzobispo: “Decreto N° 192

Monseñor, Maximiliano Crespo, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Popayán.

Considerando:

  1. Que se ha establecido en nuestra ciudad episcopal una casa de las Hijas de María Auxiliadora, para dedicarse a los fines propios de su Instituto, o sea, el establecimiento de un colegio de niñas…

Continúa otro punto y finaliza diciendo “Decretamos: Concédase de buen grado el permiso canónico para la fundación de la casa de las Hijas de María Auxiliadora en esta ciudad. Viene la firma.

Ya podemos llegar, y efectivamente el 16 enero de 1928, llegan en el ferrocarril del Pacífico, de cuyos nostálgicos vestigios quedan todavía huellas en la ciudad, cuatro hermanas, una italiana, dos de Antioquia y una de Bogotá. Mujeres pioneras, retadas por tierras desconocidas, culturas distintas que traen en su corazón, el fuego del carisma salesiano, expresado en el Sistema Preventivo de Don Bosco, como modalidad exitosa de educación integral.

Son ellas: Sor Concepción Ospina, directora de la casa y del colegio, sor Dolores González, Sor Camila Vélez, maestras y sor Paulina Busca, ecónoma. Fueron cordialmente recibidas por el Director de Instrucción pública y algunos delegados de la gobernación, quienes las acompañaron a la casa de las hermanas vicentinas para la cena, fueron muy bien acogidas. Al terminar la cena, las invitaron al claustro de la Encarnación, sede del nuevo colegio. Lo recorrieron todo acompañadas por los delegados de la gobernación. Finalmente, a las 11 de la noche, con un cansancio a cuestas de 5 días de tren, encontraron descanso en sus habitaciones.

EL 17 se llevaron una gran sorpresa, la estatua de María Auxiliadora, que ellas habían traído en sus brazos, ya estaba puesta. Verdaderamente, la Madre del cielo, las precedía. El señor gobernador Doctor Carlos Vernaza D., el Director de la Instrucción pública y el Maestro Guillermo Valencia, vinieron a darles la bienvenida y desde ese momento, el poeta Valencia se convirtió en un gran amigo y benefactor de la obra.

El nombre del colegio, Sagrado Corazón de Jesús, fue puesto por el señor gobernador Vernaza. Habían pasado 26 años después de la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, el 22 de junio de 1902, cuando Colombia alcanzó la paz y superó la Guerra de los Mil Días. Nombre emblemático para nuestra misión.

El 1 de febrero de 1928, inicia el colegio oficial con 100 jóvenes matriculadas.

Estos son nuestros orígenes en esta noble tierra payanesa. La profundidad de sus raíces le ha permitido mantenerse y robustecerse como un árbol en el cual han encontrado cobijo miles de jóvenes que con su presencia han hecho historia nuestro carisma educativo. Sus raíces han sido fecundadas por el amor porque recordemos que sólo el amor educa y transforma y que en la vida vale sólo lo que es fruto de entrega total. 

Para nuestra Hermanas Fundadoras toda la admiración y el agradecimiento porque fueron pioneras de un sueño que hoy es realidad.

No podemos ser inferiores a ellas y a todas estas generaciones de mujeres consagradas que con el don de tantas maestras y maestros, han ayudado a tejer esta realidad, que hoy contemplamos en todo su esplendor. 

El presente nos impele a mirar con esperanza y decisión el futuro. Necesitamos proyectar la luz de la sabiduría educativa, del conocimiento y experiencia pedagógica al entorno. Necesitamos seguir siendo un verdadero modelo de valores y proyección del Sistema educativo salesiano. Necesitamos seguir avanzando -desde la afirmación de nuestros valores y principios democráticos- en la senda del progreso cultural, social y económico de nuestro departamento y de Colombia. Necesitamos identidades que desde una mirada femenina y masculina, construyan maneras diferentes de posicionarse en el mundo, abiertas a la convivencia en reciprocidad y respeto. Necesitamos generaciones de jóvenes discípulos y misioneros que le apuesten a la santidad juvenil como un reto posible y fascinante.

En el aporte a la mejora de la Educación tenemos contraída una enorme responsabilidad que debemos asumir aportando juntos lo mejor de nuestros esfuerzos y capacidades, otorgando el máximo apoyo al conjunto de nuestra comunidad educativa. Ella debe proporcionar herramientas que permitan a las nuevas generaciones comprender el mundo, mejorar las sociedades y resolver los desafíos a los que nos enfrentamos en nuestra vida y trabajo, como personas y como profesionales que transitamos en el nuevo entorno global, digital. Debe mantenerse en comunicación con la realidad social en su más amplio sentido, a la que se debe y a la que sirve como compromiso de su vocación ciudadana.

Agradecemos al Dios de la vida que nos ha permitido seguir formando a tantas generaciones para ser “Buenas Cristianas, honestas y competentes ciudadanas” A nuestra Madre Auxiliadora que con nos sigue llevando de su mano y nos muestra siempre el camino que debemos seguir.

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